Caso #26, Apariciones en San José, Cadiz

Categoría: Investigaciones


A veces los seres fallecidos, los difuntos, tratan de comunicarse con los vivos, hasta pueden llegar a materializarse… Uno de los lugares preferidos en Cádiz para dichas actuaciones más allá de lo trascendente es el cementerio de San José, casi desmantelado y con un futuro con vistas a otro tipo de actividad menos luctuosa.
En el cementerio de San José se dio el último lugar de descanso a aquellos infortunados que cayeron en la trágica explosión del 1947. En las crónicas de aquellos tristes días se narra el reconocimiento de los cadáveres de las víctimas de la explosión, penosa identificación, donde las autoridades no dejaban de fumar puros para intentar enmascarar el hedor producido por los cuerpos quemados y en estado de descomposición.
Allí había muchas víctimas descansando, se tuvo que ampliar para quedarse nuevamente pequeño, y así sucesivamente hasta el año 1992 que se prohibió nuevos enterramientos al estar agotado el cupo máximo que admitía.
Haciendo un poco de Historia con respecto a la construcción del cementerio nos encontramos que se construye en 1800 fuera de las murallas de Cádiz y con arreglo a la ordenanza de la Junta de Fortificaciones respetando las 1500 varas de distancia. En esta época los enterramientos podían realizarse en suelo adyacente a iglesias u hospitales, pero una Cédula Real de Carlos III firmada en 1787, prohibía este tipo de enterramientos en iglesias o en cualquier otro emplazamiento que estuviera en suelo urbano.

Sería Don Torcuato José Benjumea quien desarrolló el proyecto, un proyecto que debió adelantarse por un brote de fiebre amarilla en agosto de 1800 y que hizo adelantar la inauguración del nuevo camposanto de la ciudad de Cádiz.

En tiempos más recientes que el lejano siglo XX, en 1997, la empresa CEMBASA tomo la gestión y traslado de los restos mortales y el compromiso de construir una inmensa pirámide conmemorativa en memoria de todos los gaditanos que fueron enterrados en el cementerio de San José.
En la cripta del cementerio de San José se albergaron a más de cuatro mil cajas con restos procedentes de las exhumaciones, un lugar con forma de pirámide coronada por un gran ángel y las lápidas con los los nombres de todos los inhumados, ordenadas por día mes y año, un total de 1.656 piezas, de las cuales 504 están sobre granito negro en el exterior, y 1.152 en mármol blanco para el interior. Hacen un total de 6.134 columnas con 285.141 nombres; aquellos que encontraron el descanso eterno…

La demolición del Cementerio de San José, aprobada en el año 1992, por fin ha entrado en su fase final y definitiva. Culminado el derribo de las cuarteladas vacías, le ha tocado el turno a las últimas estructuras: las zonas comunes de acceso.
El comienzo de su eliminación aporta ya un aspecto de eliminación completa al conjunto, que dara paso a un parque público con vistas al Atlántico a través de la playa de la Victoria.
Tras hacer un poco de Historia sería conveniente recordar los fenómenos paranormales que allí se producen, aqui los vigilantes de la noche son los que mejores historias y relatos personales atesoran.

Uno de ellos es Alfonso Cozar, que trabajó durante muchos años en el cementerio. Recuerda Alfonso:
“una tarde, mientras realizaba una ronda por el cementerio, vi en el pasillo central un joven de aproximadamente unos dieciocho años. Hacía poco que se habían cerrado las puertas y creí que aquel chico se había quedado encerrado”, le grite: “Oye, chico, el cementerio está ya cerrado, tienes que salir” y la sorpresa llegó cuando “el chico no hizo amago de obedecer la orden sino todo lo contrario. Hizo un movimiento de la mano de ‘ven’ y comenzó a andar, yo le dije ‘Niño, que te tienes que ir’ que no puedes estar aquí” mientras caminaba hacia el joven… 
Pronto se daría cuenta Alfonso Cozar que aquel chico no era de este mundo…

La descripción era arraigada de otros tiempos: iba vestido con una camiseta marinera y unos pantalones vaquero. Hubo un instante en el que dejó de verlo y el vigilante gritó:
“Niño, ¿dónde te has metido? Que te tienes que ir de aquí, que ya está cerrado” 
mientras lo seguía buscando por las instalaciones hasta llegar a la zona de los osarios.

Entonces sucedió lo imposible… Vio algo que le heló la sangre… Su corazón se precipitó, los nervios afloraron, un sudor frío comenzó a caer por su espalda… Justo frente a él había una lápida y enmarcada en la misma la foto de un joven de unos dieciocho años que vestía una camiseta de marinero y se parecía al mismo joven que desde el pasillo central del cementerio de San José le indicaba con la mano ‘Ven’, aquel joven llevaba muerto exactamente 50 años…

En otra ocasión se han escuchado en aquellos mismos pasillos las voces infantiles de niños que gritan y te llaman, tal vez de los fallecidos en la “Casa Cuna”. Voces que gritan ‘primo…Tito’, lo curioso es que Tito era el sobrenombre con el que conocían sus familiares al testigo. ‘Tito…primo…Tito…’Allí, en aquel mismo camposanto descansaban los restos mortales del primo de Alfonso Cozar muerto en 1987…

También se han visto misteriosas esferas de luz, orbes de comportamiento inteligente que “vuelan” por sus pasillos y viejos nichos… ¿Qué son? Algunos creen que el alma de los difuntos…

El cementerio de San José siempre dejará muestras de actividad paranormal, ayer, mañana y siempre, sólo tenemos que agudizar los sentidos, haya lo que haya en su lugar y, tal vez, lo insólito se manifieste ante nosotros como un vestigio del pasado cruel que les arrebató la vida.

Nuestro G.I.P.T.M. paso la noche en el exterior de lo que queda del camposanto, pues un gigante muro lo rodea, imposible de entrar, imposible de verificar, según google maps queda algún mausoleo aun en pie, pero desde sus afueras no se puede sentir ni percibir nada, quizas cuando lo conviertan en paseo marítimo, la presencia etérea se manifieste mas fuerte y notarea.
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